Mucho se habló de la relación entre Bradley Wiggins y Chris Froome a lo largo del Tour de Francia, sobre todo desde que sus respectivas esposas entablaron la lucha mediática que los corredores no se atrevieron a iniciar, subyugados los dos por las órdenes del equipo.
Lo cierto es que el Tour 2012 lo ganó Wiggins, Sky lo llevó como jefe de filas de un conjunto inglés y salvo una tragedia no iba a ganar un africano nacionalizado por encima de un auténtico nacido en la isla que domina la Reina Isabel.
Con el fin de la temporada, diversas declaraciones dejaron más que claro que la relación entre ambos es tensa, con un Wiggins confesando que temió por la lealtad de su gregario y un Froome contando a todo el que quiera escuchar que en 2013 nadie se interpondrá entre él y su gran objetivo: La Grande Bouclé.
Y todo parecía encaminarse en esa tónica, con Wiggins apuntando al Giro y el nacido en Kenia a la ronda francesa, hasta que las última horas un cambio brusco de planes sembró dudas, que Dave Brailsford eludió de modo diplomático, y con la misma frase que usara Johan Bruyneel en 2009 en referencia a Lance Armstrong y Alberto Contador : "Serán las piernas las que hablen".
Si bien es cierto que la carretera pondrá a cada uno en su sitio, el último Tour dejó en claro que Froome fue más fuerte y que, sumado a lo hecho en las dos últimas Vueltas a España merece la jefatura de la escuadra, más aún si se tiene en cuenta su edad y posible progresión.
Wiggins fue una máquina, hasta que se topó con su escudero, quién debió esperarlo en más de una ocasión en la montaña; y si bien el ganador de la ronda gala correrá el Giro, Froome no tiene asegurado nada, más aún si su jefe de filas se presenta en la salida en Yorkshire.
Estos idas y vueltas recuerdan a lo que pasó en el Astaná en 2009, cuando el regreso de Armstrong le creó un sin fin de problemas a Contador, que así y todo logró su objetivo, con el enemigo dentro de casa; la situación puede repetirse, más si se tiene en cuenta que Wiggins está en plenitud, es inglés de pura cepa, en una formación de esa nacionalidad y con patrocinadores muy fuertes que siempre han apostado por los suyos.
Si Brailsford obra realmente en interés del conjunto, no habrá problemas, pero si imita a su par belga, Froome tendrá que superar más escollos de los que la carrera en sí misma puede traerle, y si bien el ejemplo no es el mismo, no fue igual la velocidad para atender los pinchazos de uno y otro en el reciente Tour.
Falta mucho aún, y quizás nada de esto pase, pero si ambos ciclistas se presentan en el Tour de Francia 2013, no habrá director alguno que pueda contener la insultante juventud y arrogancia ciclística de Froome, y de repetirse lo del último Julio, sumado a lo que puede ser un cartel de lujo con Contador, Schleck, Evans, Nibali, etc, el campeón defensor tiene más que difícil subir al podio, con el riesgo de quedar en ridículo y verse superado por quién hasta ahora corrió para él.
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Pablo Martín Palermo
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