Los fanáticos mantienen vivo el ciclismo
Contrario a lo que pueda parecer, el ciclismo argentino no es un deporte popular, por más que vive un momento de gloria, sobre todo en el último lustro con el oro Olímpico de Walter Pérez y Juan Curuchet, el crecimiento internacional del Tour de San Luis o las llegadas al World Tour de los hermanos Haedo y Maxi Richeze.
Por Pablo Palermo para Revista desde la Cuneta
Lejos está Argentina de ser un país de esos en los que se respira ciclismo; aquí es una utopía que al igual que en Italia, se transmita en directo y por varias horas la carrera nacional, que sólo se ve desplazada en el país ibérico, por el fútbol los fines de semana.
Si de hacer un ránking se trata, el ciclismo local se encuentra fuera del top ten detrás del fútbol, el automovilismo, el básquet, el tenis, el rugby, el voley, el hockey y tantos otros. Si bien los más fanáticos dirán que el deporte pedal viene luego de los antes mencionados, no es así, puesto que un deporte chico como el handball se practica en colegios, al igual que la natación e incluso el atletismo, pero no ciclismo.
Históricamente Argentina se destacó en boxeo además, y por si fuera poco el Polo y los deportes de vela superan en presupuesto y difusión a la disciplina que nos atañe. Dentro de este panorama, en el que hay que reconocer que mejoró mucho la situación gracias al ENARD(*) y a los aportes privados como los de Rodríguez Saa en San Luis, el fanatismo de los adeptos al deporte de las dos ruedas es igual o superior al de cualquier otro país.
Con carreras pequeñas o grandes, pero todos los fines de semana del año gracias al benévolo clima, los aficionados se vuelcan sin dudarlo y familias enteras disfrutan y alientan desde el costado del circuito, que es la modalidad más popular y accesible aquí. En eventos más significativos como puede ser un Gran Premio en el obelisco porteño, el corazón de Buenos Aires, queda en evidencia que son pocos los que se acercan al margen de familiares, segundos y amigos de los corredores.
En cuanto a medios de difusión, no escapan a esa realidad y son pequeños y hechos a pulmón, ya sean páginas web, revistas, programas de radio o incluso televisión, donde el Tour de San Luis es retransmitido a las 12 de la noche. La situación mejora en provincias del interior como San Juan, donde el ciclista es un héroe, hay un monumento al ciclista y los fanáticos se agrupan masivamente en las rutas para ser testigos de cada jornada en la Vuelta local o en alguna de las tantas clásicas regionales.
Para redondear el concepto, el ciclismo argentino se encuentra en uno de sus mejores momentos, pero esto lo saben sólo los más cercanos, la gente del mundillo, ya que los medios de prensa difícilmente se prestan a la difusión. Hay excepciones como lo que sucedió recientemente con Lance Armstrong, de quién informaron mucho y mal, dejando en evidencia la falta de cultura ciclística del país, tanto en los periodistas como en el público. Cultura que se echa en falta día a día, cuando no se respeta ni a los aficionados ni a los profesionales en las rutas, e incluso se les impide entrenar libremente.
Pero el fanatismo de la familia ciclista argentina mantiene con vida un deporte desprestigiado y mal visto, que cuenta cada vez con más adeptos a pesar de todo.
Pablo Martín Palermo
@pmpalermo
No hay comentarios:
Publicar un comentario